El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo un respaldo público inusual a un fabricante de automóviles chino. El 9 de octubre, Lula adquirió un BYD Song Pro SUV, el vehículo de nueva energía número 14 millones de la compañía.
En un discurso, instó a los brasileños a comprar autos BYD, y los videos de su mensaje se volvieron virales en China.
Un comentarista en WeChat lo calificó como “una clase magistral de educación política… casi como un Manifiesto Comunista moderno”, elogiando la defensa de Lula de los derechos de los trabajadores, el desarrollo industrial y la independencia económica de Occidente.
Lula destacó que, tras el cierre de las fábricas de Ford en Brasil el año pasado, que dejó a 20.000 trabajadores sin empleo, BYD asumió la planta abandonada en Bahía, reiniciando la producción a una velocidad récord. Para julio, los autos ya salían de las líneas de producción, reempleando a miles de brasileños.
Lula resaltó su origen obrero —creció con hambre, probó pan por primera vez a los siete años y nunca terminó la universidad—, afirmando que por eso lucha por la gente común.
También declaró que Brasil “no tiene prejuicios ideológicos contra ningún país” y busca solo “asociaciones civilizadas y mutuamente beneficiosas”.
En China, estas palabras se interpretaron como un desafío a las presiones de Estados Unidos contra las inversiones chinas en América Latina, y algunos las vieron como una poderosa expresión de “solidaridad del sur global”.
¿Por qué es importante?
Esto marca un hito en la globalización de BYD, mostrando que la expansión internacional requiere una localización profunda.
Según Guancha, BYD enfrentó retos en Brasil: antes de abrir su planta, cuatro fabricantes locales presionaron para bloquear aranceles justos, alegando que BYD amenazaba la “industria local” y exigiendo un retorno a impuestos de importación del 35% para 2026.
BYD respondió con una carta abierta defendiendo su tecnología y valor para los consumidores, generando apoyo público contra los fabricantes brasileños, criticados por prácticas monopólicas y precios excesivos.
Guancha destaca un giro simbólico: la calle frente a la nueva fábrica de BYD en Camaçari pasó de llamarse “Henry Ford Road” a “BYD Road”.



