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Demanda de carne de China presiona recursos de Brasil, revela estudio del Politécnico de Milán

Vista aérea de trabajadores cosechando soja en una de las parcelas de la finca Bom Jardim Lagoano, en el municipio de Montividiu, estado de Goiás, Brasil, tomada el 22 de enero de 2024.(Foto de Sergio Lima / AFP)

La creciente demanda de carne en China está ejerciendo una presión sin precedentes sobre los recursos naturales de Brasil, particularmente en agua, tierra y bosques, según un estudio publicado en Nature Food por el Politécnico de Milán.

La investigación destaca cómo el auge de las importaciones de soja brasileña, clave para alimentar el ganado chino, está transformando los ecosistemas sudamericanos y plantea desafíos para la sostenibilidad global.

El estudio, liderado por Camilla Govoni y Maria Cristina Rulli del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental del Politécnico de Milán, junto con La Zhuo de la Universidad de Agricultura y Silvicultura del Noroeste (China) y Dirce Lobo Marchioni de la Universidad de São Paulo (Brasil), revela que las importaciones chinas de soja se multiplicaron por diez entre 2004 y 2020, pasando de 6 a 60 millones de toneladas, con un pico de 68 millones en 2018.

En 2020, estas importaciones requirieron 17,8 millones de hectáreas de tierra –un área equivalente al tamaño de Uruguay– y más de 86 km³ de agua de lluvia, además de 0,29 km³ de agua de riego. La soja, utilizada principalmente para alimentar cerdos, aves y peces de piscifactoría, representa el 29% de las proteínas animales y el 10% del total proteico en la dieta china, según el estudio.

“Que la dieta de más de mil millones de personas dependa de recursos agrícolas al otro lado del mundo pone en riesgo la resiliencia de los sistemas alimentarios”, afirmó Camilla Govoni, autora principal. “Necesitamos estrategias globales para distribuir proteínas de manera sostenible, sin comprometer los ecosistemas.”

Distribución del impacto ambiental de la producción de soja brasileña entre 2004 y 2020 destinada al consumo interno, China y otros países. Los gráficos muestran el uso de materia prima (millones de toneladas), suelo (millones de hectáreas), agua (km³) y la exposición a la deforestación (millones de hectáreas) asociada con la soja y los usuarios finales de este cultivo y sus subproductos.

El estudio señala que, aunque la Moratoria sobre la Soja ha frenado la deforestación directa en el Amazonas, la conversión indirecta de suelos persiste en las sabanas del Cerrado y en pastizales abandonados. Esta expansión agrícola también implica una redistribución global de recursos hídricos a través del “agua virtual” exportada en la soja.

“Brasil históricamente ha tenido pocos problemas de agua, pero la deforestación, el cambio climático y la sobreexplotación agrícola podrían generar escasez en el futuro”, advirtió Maria Cristina Rulli, profesora de Hidrología del Politecnico di Milano. “La producción de soja no solo afecta los bosques, sino que redistribuye recursos hídricos a nivel global.”

La investigación, que combina hidrología, ciencias ambientales y nutrición humana, subraya la necesidad de una gobernanza global para mitigar el impacto ambiental del comercio internacional de proteínas. “Las elecciones alimentarias de un país tienen consecuencias globales”, dijo Govoni. “Gobernar este equilibrio es el desafío para un sistema alimentario sostenible.”

El estudio llega en un momento en que China consolida su posición como un actor dominante en los mercados agrícolas sudamericanos, incluyendo Argentina, donde superó a Brasil como principal destino de exportaciones en septiembre de 2025, según el INDEC. Con un comercio global de soja en auge, los expertos advierten que sin medidas urgentes, los ecosistemas sudamericanos enfrentarán una presión insostenible.