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En Bolivia, los planes de China para extraer litio perdieron en las urnas

Rodrigo Paz, candidato presidencial del Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Bolivia, celebra con sus seguidores tras los resultados de las elecciones presidenciales en La Paz, Bolivia, el 17 de agosto de 2025. Jorge "Tuto" Quiroga, expresidente de derecha, y Rodrigo Paz, senador de las regiones más ricas de Bolivia, se enfrentarán en la segunda vuelta presidencial en octubre tras liderar la primera ronda de votación el 17 de agosto de 2025. (Foto de Martin BERNETTI / AFP)

Las elecciones presidenciales de Bolivia han generado incertidumbre sobre el futuro de su sector del litio, y con ello, sobre la relación del país con China.

La primera ronda de votaciones a finales de agosto puso fin a dos décadas de gobierno del partido izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS). Ahora, el país elegirá a su próximo presidente en una segunda vuelta electoral entre el centrista Rodrigo Paz y el expresidente de derecha Jorge Quiroga.

Ambos candidatos han criticado públicamente los recientes contratos de litio de Bolivia, que incluyen acuerdos multimillonarios con el gigante chino de baterías CATL.

Los resultados de estas elecciones indican que Bolivia podría pronto replantearse cómo desea desarrollar sus vastas reservas de litio, así como el papel que Pekín jugará en ese proceso.

El Triángulo del Litio

Bolivia se encuentra en el corazón del Triángulo del Litio, una región de Sudamérica que abarca Chile, Argentina y Bolivia, y que concentra entre el 60% y el 75% de las reservas conocidas de litio a nivel mundial. La mayor parte del litio en esta región se encuentra en salares: Uyuni en Bolivia, Atacama en Chile y Hombre Muerto en Argentina.

El litio es un mineral crítico esencial para la transición energética, ya que es uno de los componentes clave para las baterías que alimentan los vehículos eléctricos. Sin embargo, en términos de producción, Bolivia está rezagada respecto a sus vecinos. Mientras que Chile y Argentina producen anualmente 140.000 y 33.000 toneladas respectivamente, la producción de Bolivia en 2023 fue de apenas 600 toneladas.

Una de las razones para ello es que los yacimientos de litio en Bolivia son técnicamente complejos, lo que hace que los proyectos de extracción sean particularmente difíciles debido a los crecientes costos, la infraestructura insuficiente y la escasez de mano de obra calificada.

Los críticos también señalan el problema crónico de la mala gestión, los altos costos ambientales y la inestabilidad política como barreras para la competitividad.

La entrada de CATL

A finales de 2024, se produjeron algunos avances esperanzadores. Bolivia firmó un acuerdo de 1.000 millones de dólares con un consorcio chino liderado por Contemporary Amperex Technology Co., Limited (CATL), una superpotencia mundial en la fabricación de baterías de iones de litio, para construir dos plantas de extracción directa de litio en los salares de Uyuni.

Según el director de YLB, la empresa estatal de litio de Bolivia, estas plantas aumentarán la producción anual de litio del país a 35.000 toneladas.

Sin embargo, este acuerdo, junto con otro que involucra a la empresa estatal rusa Uranium One, ha generado una fuerte reacción negativa entre la población, que teme amenazas a la soberanía de Bolivia (aunque, una vez completados, YLB retendrá el 51% de la participación en los proyectos), la falta de transparencia en los contratos y preocupaciones por los derechos humanos.

Los grupos indígenas argumentan que estos acuerdos violan sus derechos ambientales. Otros creen que los contratos ofrecen condiciones desfavorables para Bolivia y que se permitieron avanzar sin consultas formales.

Las discusiones han sido intensas en el congreso boliviano, e incluso un tribunal ordenó la suspensión de los acuerdos.

Elecciones presidenciales

Tanto Paz como Quiroga han expresado su preocupación por los contratos. Paz, el candidato centrista líder, se ha comprometido a revisar los contratos, afirmando que “nadie los conoce” e insistiendo en que, sin claridad, transparencia y un diálogo directo con el pueblo boliviano, será muy difícil que los contratos sean aprobados.

Por su parte, el expresidente de derecha Quiroga ha adoptado una postura aún más dura. Ha prometido cancelar ambos acuerdos de extracción y buscar socios de inversión alternativos. También asegura que Uranium One y CATL fueron seleccionados “a espaldas” del pueblo y afirmó que se necesita una nueva ley sobre depósitos minerales para evitar el favoritismo.

En la segunda vuelta del 19 de octubre, Bolivia elegirá a su primer líder en 20 años que no pertenece a la izquierda. Independientemente de si Paz o Quiroga asume el cargo en esta elección, China sentirá los efectos. Para Pekín, los resultados podrían variar desde una relación más distante y cautelosa bajo Paz, hasta un enfrentamiento directo bajo Quiroga.

Bolivia aún no tiene la capacidad para industrializar su sector del litio por sí sola, pero sus decisiones darán forma a la geopolítica del Triángulo del Litio y, con ello, al futuro del comercio de minerales críticos.

Alonso Illueca es investigador no residente para América Latina y el Caribe de CLA