Brasil se ha convertido en el mercado emergente que más atrae inversiones chinas, con un aumento significativo en los sectores automotriz, energético y minero, según un reporte publicado por el Consejo Empresarial Brasil-China.
Brasil es además el tercer destino mundial de inversiones chinas, detrás de Reino Unido y Hungría. El capital del gigante asiático en Brasil creció un 113% en 2024 respecto al año anterior, señala el informe.
El Consejo Empresarial Brasil-China señala que las inversiones chinas en Brasil se concentran ahora en iniciativas greenfield de menor escala y ya no en megaproyectos, como en el pasado.
Puntos Relevantes Del Informe:
- INVERSIONES: China invirtió 4.180 millones de dólares en Brasil, lo que lo convierte en el mayor receptor de capital entre los mercados emergentes y el tercero a nivel mundial, después de Reino Unido y Hungría.
- ENERGÍA: Más de la mitad de los proyectos estuvieron relacionados con la energía solar y eólica. Las firmas chinas también invirtieron 1.000 millones de dólares en petróleo, lo que refleja la apuesta dual china en energías limpias y en combustibles fósiles.
- AUTOMOTRIZ: Empresas como BYD y Great Wall Motor aumentaron la producción local de vehículos eléctricos, en línea con los esfuerzos de Brasil por revitalizar la industria y posicionarse como un centro regional para el transporte limpio.
- MINERALES CRÍTICOS: Las inversiones en minas de estaño, niobio, tantalio y litio reflejan la estrategia de Pekín para asegurar suministros destinados a la producción de batería y manufactura avanzada vinculada a la transición energética.
- GEOGRAFÍA: El sureste de Brasil sigue siendo el principal polo de atracción de las inversiones chinas (48%) aunque su predominio está en declive. Durante el 2024 el capital chino se distribuyó por 14 estados, lo que representa la mayor expansión regional desde 2019.
¿Por qué es importante?
Brasil es uno de los países estratégicos del sur global, junto con Nigeria e Indonesia, que son cada vez más importantes para las empresas chinas.
Estos países no solo cuentan con abundantes recursos necesarios para los fabricantes chinos, sino que también poseen un mercado de consumo de más de 200 millones de personas, un factor clave ante las restricciones que enfrentan los exportadores chinos para acceder a los mercados del G7.


