Argentina se beneficia de la guerra comercial entre Estados Unidos y China al consolidarse como proveedor clave de sorgo para Pekín, con exportaciones que alcanzan máximos desde 2022 y un diferencial de precios del 54% frente al cereal estadounidense, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Las exportaciones estadounidenses de sorgo cayeron a mínimos de 13 años entre enero y septiembre de 2025, con solo 800.000 toneladas embarcadas al mundo, un 81 % por debajo del promedio quinquenal. La ausencia de compras chinas —que se redujeron un 98 % interanual— explica el desplome, según el análisis de la BCR.
“Los efectos de la guerra comercial son transversales a otros productos que vieron desaparecer a su principal mercado comprador. El sorgo es gran prueba de ello”, indicaron los autores Matías Contardi, Emilce Terré y Julio Calzada.
China pivotea hacia Argentina y Australia
Pekín redirige sus adquisiciones a los dos principales exportadores alternativos. Desde el inicio de la campaña 2024/25, Argentina embarcó 1,1 millones de toneladas de sorgo, un 16% más que en igual período del año anterior. La proyección para toda la temporada es de 1,8 millones de toneladas.
En el mercado interno, el sorgo cotiza a 155 dólares por tonelada, frente a los 180 dólares del maíz, lo que lo posiciona como opción atractiva para la demanda local de piensos pese a la tendencia bajista global.
Colapso estadounidense
Estados Unidos, principal exportador mundial —sus despachos casi duplican la suma del resto—, no logró recolocar el volumen perdido. Las cotizaciones cayeron un 25% desde febrero y, ajustadas por inflación, se ubican en niveles de 2010.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) estima un aumento del 106% en el consumo interno para las campañas afectadas.
China, que desde 2013/14 importa en promedio ocho veces más que México y Japón juntos, destinó históricamente el 42% del sorgo a uso forrajero, en competencia directa con el maíz.
La reducción de importaciones mexicanas (-53%) y japonesas (-90%) limita aún más las alternativas para el cereal estadounidense.




							