Suscríbase a nuestro boletín semanal gratuito sobre China y América Latina.

  • This field is for validation purposes and should be left unchanged.

Sigue a CLA en redes sociales

De terreno neutral a activo estratégico: la política cambiante del Canal de Panamá

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, toma su lugar antes de ofrecer una conferencia de prensa conjunta con el ministro de Seguridad de Panamá, Frank Ábrego (fuera de cuadro), tras la firma de un acuerdo bilateral, en Ciudad de Panamá el 9 de abril de 2025. Hegseth llegó a Panamá para la cumbre regional de seguridad y para reforzar el interés continuo de la administración Trump sobre el canal. (Foto de Franco BRANA / AFP)

La reciente visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, a Panamá marcó el último capítulo en el continuo enfrentamiento estratégico entre Washington y Pekín.

Desde las reiteradas amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “recuperar” el Canal de Panamá hasta la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a Panamá a principios de febrero, las preocupaciones sobre la presencia de China en la vía acuática y su supuesto control sobre el canal han sido un tema constante en la política exterior estadounidense.

La misión de Hegseth fue clara: presionar a Panamá para que elija un bando.

Alineación pública, dudas privadas

El 8 de abril de 2025, el presidente panameño José Raúl Mulino, el administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez, y el secretario Hegseth emitieron un comunicado conjunto tras una reunión bilateral.

En la nota, Estados Unidos celebró la salida de Panamá de la Iniciativa de la Franja y la Ruta liderada por China y elogió su compromiso de “reducir la problemática presencia de China en otras áreas”.

El comunicado también destacó una “determinación conjunta para fortalecer la cooperación en seguridad del canal”. Aunque el comunicado no caracteriza directamente a China como una amenaza para el Canal de Panamá, el mensaje implícito era evidente.

La visita de Hegseth dio lugar a varios acuerdos que reflejan la inquietud de Washington. El principal fue un nuevo Memorando de Entendimiento (MoU) sobre actividades de seguridad cooperativa, que establece las bases para un aumento de las operaciones conjuntas entre las fuerzas militares estadounidenses y las fuerzas de seguridad panameñas.

En la práctica, esto implica despliegues rotativos en antiguas bases estadounidenses como la Estación Naval de Rodman, la Base Aérea de Howard y el Fuerte Sherman.

Según el Comando Sur de Estados Unidos y el secretario Hegseth, la asociación ampliada busca contrarrestar la “influencia maligna de China”.

En la Conferencia de Seguridad de Centroamérica, Hegseth advirtió sobre el “creciente y adverso control de China sobre terrenos estratégicos e infraestructura crítica”, subrayando que “el Canal de Panamá es un terreno clave que debe ser asegurado por Panamá, con Estados Unidos, y no por China”.

No obstante, a puertas cerradas, Mulino pidió a Hegseth pruebas concretas de las supuestas amenazas de China contra Panamá y el canal. Según Mulino, Hegseth no pudo presentarlas, admitiendo que se trataba más de una percepción que de una realidad.

Si esto es cierto, dicho intercambio pone de manifiesto el delicado equilibrio de Panamá: retóricamente neutral, pero cada vez más alineado públicamente con el lado estadounidense, como lo indican el comunicado conjunto y el MoU.

La neutralidad en cuestión

Otro ejemplo de esta alineación pública es el acuerdo de Cooperación Cibernética de febrero de 2025 entre el Comando Sur de Estados Unidos y la Autoridad del Canal de Panamá.

Este pacto tiene como objetivo reforzar la seguridad digital y garantizar la continuidad operativa de la infraestructura crítica frente a las crecientes amenazas cibernéticas mediante marcos de colaboración.

Aunque no menciona directamente a China, debe leerse en conjunto con una audiencia del Senado de Estados Unidos en enero, en la que un grupo bipartidista de legisladores expresó preocupaciones sobre la influencia de China en el Canal de Panamá.

La senadora demócrata Maria Cantwell instó a Panamá y a Estados Unidos a trabajar juntos en “nuevas medidas de ciberseguridad para cerrar puertas traseras a adversarios extranjeros”, específicamente China. El acuerdo de Cooperación Cibernética es un resultado directo de ese llamado.

Durante la visita de Hegseth a Panamá, ambos países firmaron otro acuerdo: una declaración conjunta sobre asuntos de seguridad que establece el tránsito “primero y libre” (“neutral en costos”, según la redacción del acuerdo) a través del canal para buques de guerra y auxiliares estadounidenses. Esta disposición pone en riesgo el régimen de neutralidad del canal, ya que crea un trato preferencial.

Más allá de los problemas legales y constitucionales ligados a su implementación, estos desarrollos hacen muy improbable que China respete el Protocolo de Neutralidad de los tratados del Canal de Panamá en un futuro cercano.

Hombro a hombro, frente a frente

Tras su regreso a Estados Unidos, el secretario Hegseth redobló su retórica. Acusó a China de intentar controlar políticos, construir proyectos de infraestructura y realizar vigilancia en Panamá.

Además, afirmó que China estaba construyendo un túnel bajo el canal, un puente y grúas, todo lo cual podría usarse para espionaje. Instó a Panamá a eliminar toda “influencia insidiosa” y elogió los nuevos acuerdos como un paso para expulsar la “influencia china nefasta y maliciosa”.

La salida de Panamá de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y el reciente acuerdo entre CK Hutchison y BlackRock fueron, en sus palabras, señales de que ambas naciones están “hombro a hombro” para decirle a China que “se vaya”.

Estos son los últimos eventos de una serie que destacan cómo Panamá se ha convertido en un frente en la competencia estratégica entre Estados Unidos y China.

Más que un asunto bilateral, Panamá está emergiendo como un indicador de cómo los países de América Latina y el Caribe podrían navegar sus relaciones con las dos superpotencias.

Con Washington intensificando la presión y Pekín profundamente arraigado, la región se está convirtiendo rápidamente en un campo de batalla clave en la pugna por las esferas de influencia del siglo XXI.

Por Alonso Illueca, investigador no residente para América Latina y el Caribe